Estos últimos días muchas personas estuvimos
atentas de las candidaturas independientes, tal vez porque el día 7 de octubre
era la fecha límite para los registros, o porque sin duda es importante conocer
del perfil de los hombres y mujeres que han solicitado o solicitarán su
registro, por la ampliación que acordó el Tribunal Electoral por seis días más estos
registros.
Por ello trascendente reflexionar sobre
algunos de los argumentos que dieron
cauce a las candidaturas independientes.
Empecemos por mencionar que el Diccionario
Electoral del Instituto Nacional de Estudios Políticos señala, que un candidato
independiente es un aspirante a un cargo de elección popular que no está afiliado a un partido político.
Que la Real Academia Española señala que
Independiente significa "que no depende de otro… que no quiere depender de
nadie… libre” “político no vinculado a una
organización o disciplina política” “Que sostiene sus derechos y opiniones
sin pertenecer a ningún
partido o ideología” “Que se comporta
con independencia”.
Si partimos de ello, debemos recordar que en
México, los candidatos independientes estuvieron regulados desde 1810. En la
Ley Para las Elecciones de Poderes Federales de 1918 se les confería los mismos
derechos que a los candidatos que surgían de los partidos políticos. Que en
1946 desaparecen estas candidaturas, dejando la facultad de postular y
registrar a candidatos exclusivamente a los partidos políticos; hasta el año
2007 en que se discutió nuevamente la posibilidad de su inclusión, sin olvidar
que en 2006, el estado de Yucatán incorporó la figura en su marco normativo.
¿Por
qué el Estado mexicano retoma y explora nuevamente la incorporación de las candidaturas
independientes, tanto en
la Constitución General de la República Mexicana (CPEUM) como en el Código
Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) vigente en ese
entonces?
El eje que permeó en la LX Legislatura y
posteriormente en 2011 cuando el Senado de la República elabora el primer
dictamen para la creación de candidaturas independientes fue:
“…el
sistema de partidos ha perdido credibilidad y confianza necesarias en la
población; por tanto, se muestra rebasado por los sectores sociales que buscan
fuera del sistema una alternativa que responda a sus demandas y aspiraciones.”
Había que atender la demanda de la sociedad
que en muchas ocasiones ya no se veía representada por los partidos políticos y
se construyó la alternativa para abrir
nuevos cauces a la participación ciudadana, y al mismo tiempo, preservar a
los partidos políticos como los instrumentos adecuados para aglutinar la
diversidad social e integrar la representación política (Gaceta Parlamentaria, 26
de abril de 2011, p. 22). Las candidaturas independientes fueron
aprobadas en 2012 y se ajustaron procedimientos en 2014.
Así pues, si de lo que se trata es de
contribuir al deterioro de la imagen de los partidos políticos, la base de ser
un candidato independiente sería “…participar en los comicios sin el lastre del desprestigio que
afecta a los partidos; la no militancia
en un partido -pareciera que- se
considera una especie de certificado de integridad moral.” (Valadés, Problemas Jurídicos de las Precampañas y las
Candidaturas Independientes, PP. 453)
No olvidar que el debate sigue abierto y
construyéndose, hay quienes consideran la urgencia de impulsar el prestigio de
los partidos; otros opinan, que quienes alientan esta figura -independientes-
son quienes están en contra de los partidos; una discusión más aborda el
planteamiento de la fragmentación del voto; o el que esta figura representa el
retorno a viejas fórmulas personalistas, o que conlleva al deterioro de las
instituciones, entre otros argumentos, debate que sin duda debe continuar.
De ahí que me pregunto ¿Puede el “Bronco”, Ríos Píter o la misma Margarita Zavala ser
considerados candidatos/a independientes?
Solo un ejemplo: retomo parte de las palabras
de Margarita Zavala en su mensaje de renuncia al PAN “…me voy sin rencor, siempre seré panista…”
Más
bien pareciera que hoy, algunos hombres y mujeres partidistas cuando no son
postulados por sus partidos políticos, ven en las candidaturas independientes el espacio
para lograr sus ambiciones personales.
A este momento hay 15 registros de
candidaturas independientes, más los que se acumulen en esta semana.
¿Cuántos
de ellos han sido militantes de partidos políticos? ¿Realmente competirán de manera autónoma?
¿En la
toma de decisiones, antepondrán su ideología partidista -y en consecuencia
personal- tan solo si revisamos los años en los han militado en sus partidos
políticos? Porque no te puedes quitar de un día para el otro tu formación
ideológica.
Si la sociedad ha sido muy crítica en contra
de las/os políticos “chapulines” de los partidos políticos ¿Será igual y habrá voto en contra para los
“candidatos independientes” que hoy ya se convirtieron en “chapulines”? ¿Cuál será ahora su justificación para
brincar de un cargo a otro? ¿Lo harán por México?
El exceso de registros de candidatos/as
independientes, la falta de resultados
de los independientes que han estado en ejercicio de funciones, llevará a ¿el
hartazgo de la figura? Es necesario entonces ¿Revisar y corregir requisitos
y la regulación en general? Muchas preguntas, algunas, pronto tendrán
respuesta, algunas otras seguramente la
tendrán a mediano plazo.
Entre tanto, no nos equivoquemos, las candidaturas
independientes se crearon como una alternativa para abrir nuevos cauces a la participación ciudadana, mediante la postulación
de ciudadanos o políticos sin partido o que no está afiliado a un partido
político.
¿Es honesto usarlas cuando no fuiste
postulado/a por tu partido político o tan sólo para cubrir ambiciones
estrictamente personales, haciendo a un lado su sentido original?
Palabra de Mujer Atlixco
@rgolmedo
Rociogarciaolmedo.blogspot.com
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